¿Por qué necesitamos viajar solas alguna vez en la vida?

Por Carol Caro @karolglam | Martes, 23 de Enero de 2018
¿Por qué necesitamos viajar solas alguna vez en la vida?

Viajar sin compañía es una práctica que cada vez sea hace más frecuente. Más de alguna debe tener una amiga o conocida que se haya atrevido y lo haya considerado como una experiencia enriquecedora.

Emprender una aventura en solitario, ya sea por nuestro propio país o por el mundo, es algo cada vez más común. Realizados a modo de año sabático, antes, durante o luego de finalizar los estudios, estos viajes son incorporados como algo normal entre la juventud. Pero, ¿qué pasa cuando esta práctica es realizada por un adulto?

La psicología y jefa de carrera de Psicología de la Universidad del Pacífico, Carmen Gutiérrez, comenta que estos viajes en solitario tienen un sentido existencial diferente dependiendo de la edad del viajero. "El sentido en el más joven irá más por el lado de la conquista, de sentirse ciudadano del mundo pero pisando fuerte, con valentía y arrojo. Además, teniendo 20 años, te importa bastante menos pasar hambre o dormir en el suelo o sin comodidades. Y en la medida que vamos envejeciendo, el viaje es una conquista del mundo, pero básicamente una conquista interior, una conquista de vencer los propios miedos, las inseguridades y, también, para descubrirse en otra dimensión", explica.

Casos reconocidos hay, como el de la viajera de película Comer, Rezar, Amar, Elizabeth Gilbert, quien escribió la novela con el mismo nombre y luego la llevaron al cine con a actuación de Julia Roberts. Gilbert emprende un recorrido por Italia, India e Indonesia en búsqueda del equilibrio físico y espiritual, luego de haber vivido una crisis.


Al respecto, la especialista plantea que en ello hay algo positivo, puesto que muestra a una persona que está en una crisis existencial preciosa y maravillosa. "Pero no con el carácter negativo, porque es deseable y sano que así suceda", asegura. 

Pero, ¿A qué se deben estas crisis existenciales? "Uno normalmente hacia los 40 años, más menos, empieza a preguntarse cuál es el sentido real de la vida; qué es lo que estoy haciendo con mi vida, si es esto lo que me hace feliz, lo que soñé. Y se entra a una etapa de cuestionamientos, que es lo que se denomina una crisis existencial. A todos naturalmente nos va a pasar que la tengamos, porque de alguna manera está ligado con que la finitud se nos hace más evidente e, incluso, hay cambios físicos y biológicos que nos dicen que ya no somos los mismos que éramos hace algunos años atrás. Entonces uno ya no tiene todo el tiempo del mundo para reconstruirse y uno no está ya en la etapa de ser conquistador, cazador, poseedor, sino que está más bien para construir su casa interna, por decirlo de alguna manera", agrega Gutiérrez.

¿Qué ofrece un viaje en este contexto? "Otros emprenden un viaje como forma de resolver esta inquietud y esta búsqueda. Pero este viaje es un viaje simbólico, un viaje iniciático, que en definitiva es hacia adentro, hacia el mundo de la propia subjetividad, de la propia psiquis y es para volver a preguntarse quién soy, para dónde voy, pero en este momento las profundidades de esas preguntas alcanzan otras dimensiones", explica.

La psicóloga agrega que, además, que estos viajes en solitario permiten un conocimiento y crecimiento personal. "Porque viajar por el mundo tiene la posibilidad de mirarse en distintos contextos y escenarios, ya que lo que aflora de uno es algo distinto. Ya no es la misma forma de resolver en los espacios conocidos, porque hay que vincularse con personas de países diferentes, con otros idiomas, que te muestran la realidad posible y, además, te enseñan otro lado de ti", concluye.

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