[COLUMNA] Mariana Martínez: El tesoro de Itata Profundo

Por Mariana Martínez @MyMentrecopas | Viernes, 7 de Abril de 2017
[COLUMNA] Mariana Martínez: El tesoro de Itata Profundo

Recuerdo que la primera vez que fui a probar los vinos de viñedos cercanos a Concepción, en el Valle del Itata, fui por el día. Tomé un bus en la mañana, llegué al final de la tarde justo para la feria donde se presentaban, y me regresé el mismo día a casa, en el último bus de la noche. Una locura que ya no haría.

Eso fue hace más de diez años atrás, y mi conclusión después de ese viaje fue que había muy rica fruta en esos vinos, pero que faltaba mucho cuidado en su elaboración; eran vinos turbios, sucios en aromas y con notas incluso a vinagre. Efectivamente, entonces, como ahora, quienes hacen los vinos eran -en su mayoría- pequeños productores con pocos recursos, quienes los venden normalmente localmente en garrafas de cinco litros por apenas $3.000.

La cosa es que si durante aquella primera vez hubiera tenido la oportunidad de quedarme y recorrer sus viejos viñedos, y conocer mejor a su gente, me hubiera tomado mucho más en serio el gran potencial del lugar. Tres años atrás lo hice y desde entonces intento ir a visitar cada vez que puedo los viñedos del Itata Profundo y a sus pequeños productores, los que ahora podemos identificar gracias a una nueva categoría como productores de "Vinos campesinos". He ido a ese Itata que queda en los caminos de tierra, lejos de la Autopista Chillán-Concepción en invierno, en primavera, en verano y ahora en otoño, y cada época parece ser más bonita que la otra; cada una tiene su encanto.

Qué tiene de especial este rincón de Chile, donde un día, siglos atrás, comenzó nuestra viticultura, la misma que sin darnos cuenta quedó aislada del resto del mundo por décadas. Qué tiene este mágico lugar que te atrapa e invita a volver.

Además de una gente sencilla y súper cariñosa, Itata tiene parras viejas, muy pero muy viejas, con sus troncos gruesos y retorcidos. De lejos son como pequeños arbustos que pintan de verde o amarillo sus suaves lomajes. Además, estas maravillosas parras centenarias que no se riegan más que con la lluvia del invierno, aparecen como pequeños oasis de colores y vida en medio de bosques de pinos y eucaliptos. Aparecen como respiros junto a su gente, con flores, pájaros y árboles nativos. Sin rejas, sin barreras, para bajarse del auto y conocerlos.

El sueño de sus pequeños productores, ahora con el propósito de hacer vinos de calidad, es que un día nos organicemos para ir a conocerlos; como quien se organiza para ir de vacaciones o un fin de semana largo al destino más cool. Quien llegue hasta allá hoy se sentirá como lo hicieron los primeros aventureros que llegaron décadas atrás a el Valle del Elqui, San Pedro de Atacama o Torres del Paine, cuando aún no había más que su gente local, con sus casas abiertas de par en par para recibirnos.

Uno de esos lugares se llama Los Hornitos de Doña Juanita, y queda en Guarilihue (tiene página en Facebook). La misma señora Juanita cocina todas las delicias que ofrece en un fabuloso horno de barro enterrado en la ladera de su jardín: para el desayuno, sólo una idea, ofrece pan amasado, buñuelos de manzana, huevitos en paila, mermeladas hechas en casa y arrollados. Cerca de allí están las bodegas Renacer del Itata y Trifulca las que ya están embotellando vinos deliciosos, gracias a mayores cuidados en viñedo y bodega, con cepas propias del lugar como Cinsault, Moscatel de Alejandría y País. Es raro pues ver por aquí Carmenère o Cabernet Sauvignon. También está el museo de los Grüebler, donde apenas por $1.500 pesos te llevan a recorrer en hora y media sus viejas bodegas, antiquísimos viñedos (los más viejos de Chile dicen) y sus otros tesoros llenos de historia.

Otra visita obligada es la tienda Alma del Itata en el pueblito de Ránquil, donde están a la venta los mejores vinos (en botella de 750ml) de los productores locales. Otras bodegas imperdibles de la zona, perdidas entre lomajes infinitos, son Viñedos de Neira cerca Ránquil y Cacique Maravilla en Yumbel. Ambos proyectos ya están incluso exportando sus vinos a Brasil y justamente recibiendo visitas de este país. Sí, de Brasil, es decir que ya hay varios que se organizan fuera de nuestras fronteras para llegar hasta aquí y disfrutar de sus vacaciones. Por si están cerca de la zona este finde, no se las pierdan, las localidades de Coelemu y Portezuelo tendrán sus fiestas de la vendimia. Si ya no llegan no importa, pero no se olviden de anotar este destino en la lista de "Imperdibles".

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