[COLUMNA] Constanza Del Rosario: Venimos programados para amar, pero ¿para siempre?

Por Constanza Del Rosario @ConsdelRosario | Miércoles, 1 de Marzo de 2017
[COLUMNA] Constanza Del Rosario: Venimos programados para amar, pero ¿para siempre?

¿Crees que si has encontrado a la pareja indicada para ti, lo lógico es que vivan felices y ardientes para siempre? ¿Consideras que "si se pierde la magia" en una relación, es un suficiente motivo para ponerle fin? ¿Últimamente te has cuestionado si realmente estás enamorada de tu pareja?

Quienes nos dedicamos a la terapia sexual y de pareja, nos encontramos a diario con hombres y mujeres que acuden a consulta porque sienten que su relación "ya no es como antes... Se ha vuelto plana... Ya no los hace feliz". Angustiados, desmotivados, confundidos o aburridos, piensan que sus únicas opciones para "volver a sentirse vivos" son poner fin a la relación, darse un tiempo o vivir una aventura.

Al escuchar estos casos, es frecuente que hallemos en el discurso de estos pacientes que están más dispuestos a decir next, que motivados a hacer algo para reencantarse con su relación. Es más, la mayoría cree que si alguien tiene que hacer algún esfuerzo para reconquistarlos es la pareja, y acuden a nosotros con la esperanza de que "los hagamos atinar". Paradójicamente, pese a su descontento y frustración, no han dejado de anhelar el sueño de ser feliz el resto de su vida junto a esta u otra persona, entendiendo la felicidad en pareja como la perpetuación de las emociones propias del enamoramiento a lo largo del tiempo.

Y la pregunta del millón es: ¿cómo creen que van a lograr eso? Si de antemano han asumido una filosofía en la que responsabilizan exclusivamente a la pareja el permanecer motivados, cercanos y positivos como si fuera el otro el factor decisivo de su felicidad pasando por alto el hecho científicamente desmostrado de que no es la persona en sí la causa de nuestro sentir apasionado, sino que es el modo en que lo percibimos gracias a la bioquímica del amor desencadenada por factores como la novedad, misterio, fantasía y desafío propio del inicio de las relaciones. Es más, comprobado está que el amor apasionado tiene fecha de vencimiento, ya que en la medida que aumenta la convivencia, la rutina, la proximidad, el conocimiento del otro y el compromiso se da paso al apego. Es decir, a un cariño más estable, profundo y sereno.

Entonces, ¿cómo no volver a frustrarse ni caer en una nueva crisis de pareja si el que "las cosas no sean como eran al comienzo" es lo normal y biológicamente esperable, ya que el ser humano parte sus relaciones como carrera de caballo, pero a medida que progresa su tendencia natural es "achancharse" junto al otro?

Hace años la ciencia del amor nos ha explicado las distintas etapas del amor humano. Sin embargo, muchos siguen defendiéndose de esta realidad innegable, optado por negar "la pega" que implica tener una relación plena, justificando el no hacerse responsable de su sentir y su relación al pensar que si hay que esforzarse para que una relación funcione es porque no es "amor verdadero".

En este sentido, en la consulta uno observa cómo muchos se aferran con uñas y dientes a una visión idealizada del sexo y del amor que promete felicidad y plenitud sin grandes esfuerzos y muchos derechos, solo "porque tú lo vales". Esta panacea se sustenta en la idea de que basta con encontrar a "tu alma gemela" para que el destino "natural" de su relación sea química, armonía y fascinación asegurada hacia el otro eternamente. Como si fuera un derecho humano el slogan de los cuentos de hadas: "Se enamoraron y vivieron felices para siempre".

La realidad, ya lo hemos dicho, dista de ser así. Si bien es cierto que el ser humano viene genéticamente programado para que desde su nacimiento busque vincularse y amar -porque ambas acciones son esenciales para la supervivencia del individuo (por medio de la protección) y de la especie (a través de la reproducción)-, lamentablemente tenemos que asumir que no venimos programados genéticamente para ser felices y que esto es, ante todo, un acto de consciencia y voluntad.

¿Quieres mantener la "llamita ardiendo"? Entonces cultiva hábitos diarios, individuales y de pareja que inviten a la aventura y el encuentro. Decide volver a ser esa persona entusiasta, cercana, apasionada y atenta que fuiste al comienzo de la relación, cuando eras dominada por ese impulso biológico a favor del emparejamiento y la reproducción.

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