[COLUMNA] Karen Uribarri: Los riesgos de tener una relación abierta

Por Karen Uribarri @KarenUribarri | Miércoles, 1 de Noviembre de 2017
[COLUMNA] Karen Uribarri: Los riesgos de tener una relación abierta

Cuando Pablo y Sara comenzaron su relación hace casi 10 años, el fuego se encendía fácil hasta con los besos. Se miraban y la química les arrancaba la ropa en cosa de segundos. Y fuera de la cama, para alegría de ambos, la cosa no cambiaba tanto. Tenían una sintonía especial, única. Grandes amigos, les gustaba pasar mucho tiempo juntos.

Se casaron después de 3 años de pololeo y llegaron los niños. Poco a poco se fueron enfriando. Las conversaciones giraban en torno a mamaderas, pañales y el sueño que ambos acumulaban. Luego siguieron hablando de jardín, de la casa y del trabajo. Cada vez se oían menos risas en la casa y ella ya se había acostumbrado a bostezar cada medio minuto. Y para qué hablar de sexo... año y medio que no lo hacían, desde que nació la última niña. Claro que ya él ni siquiera la buscaba y ella menos.

Sara me decía que sentía que se había enfriado por dentro... y por fuera. Y que entendía que él quisiera sexo pero que, la verdad, ella no estaba dispuesta a participar porque prefería mil veces dormir. Y entonces, en una de esas pocas conversaciones, acordaron (creyéndose hiper maduros y resueltos) que tendrían un matrimonio abierto, acorde a los nuevos tiempos. Así que formularon dos reglas: se podrían acostar con otros una sola vez por persona y jamás se lo contarían.

Cuento corto, no funcionó. Una noche, después de un cumpleaños, y con unas copas de más, ella le dijo que había tenido un encuentro con un ex y que había tenido sexo sólo porque quería volver a sentirse mujer. Él en su rabia descontrolada al sentirse engañado, le contó que estuvo con una compañera de trabajo que aún seguía en su oficina. Resultado: La relación se quebró, se llenaron de rabia, las discusiones aumentaron tanto que el daño era gigantesco. Porque bien sabemos que en una discusión que se quiere ganar, las palabras pueden ser verdaderos cuchillos que se clavan hasta el fondo.

¿No se puede entonces tener una relación abierta? Probablemente sí, porque todas las relaciones son tan diferentes como las personas que las integran. Pero de que es difícil abstraerse de los sentimientos, claro que sí.

Rubén tiene una relación abierta con su pareja hace muchos años y me asegura que funciona perfecto. "Existen normas que acordamos previamente y una de ellas es que es sólo sexo con otra persona, donde no involucramos sentimientos ni ampliamos la relación a amistad. Tampoco se trata de tener sexo con la que se te cruce, pero sí tener la libertad de elegir cuándo y con quién", dice.

Asimismo, me asegura que dentro de las reglas está el privilegiar siempre a la familia y el hacerlo siempre con protección y seguridad. Ambos se avisan cuando van al encuentro con un tercero y, me afirma, eso ha aumentado el deseo entre ellos. "Aquí, la clave, es la confianza en el otro y en uno mismo", confiesa.

Claramente uno sabe en qué grupo está o, al menos, algo sospecha. Lo único que te digo es que tengas cuidado en el momento en que elijan dar un paso como este. Porque si la razón es salvar la relación usando un tercero, van directo al precipicio. Si tus motivaciones son otras, pues entonces convérsenlo lo suficiente para que no queden vacíos que provoquen rencillas posteriores. Como siempre y como en todo, la comunicación y la forma de decir las cosas, es esencial.

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