[COLUMNA] Carmen Castillo: "Soy mamá y papá"

Por Carmen Castillo @carmentuitera | Jueves, 2 de Febrero de 2017
[COLUMNA] Carmen Castillo:

Escribir esto no es fácil. Es increíble como algunas personas se enojan cuando uno se autodenomina 'mamá soltera'. Dicen cosas como: "Para de lamentarte, debes seguir adelante", "Deja de hacerte la víctima", o "¿No te gustó el 'leseo'?". Es raro, pero pasa, y la verdad es que no me dan ganas ni siquiera de juzgarlos. Esta es una opción que yo elegí.

El tema es que seguí adelante y decidí ser la mejor en lo que hago. Por mí, por mi hija y por nuestra vida juntas. No me lamento, no me critico, a veces sí, me cuestiono y me angustio cuando pienso en él, que creí sería mi compañero de vida... Acá estoy, libre, decidida y siendo madre. Todo fue un proceso en el que lloré mucho, pero me levanté.

No quiero entrar en detalles de cómo son los primeros días de maternidad. Las que son mamás saben cómo es adaptar a los hijos a uno y uno adaptarse a los hijos. Una mezcla de alegría, dolor y angustia.

Pero, ¿cuándo atiné a que esto sería un proceso sola? A los tres días de mi cesárea me invitaron a una charla para cuidados básicos de las guaguas. Decidí ir. Pensé que estaría con otras mamás para compartir lo que estábamos viviendo y ver que no era la única sufriendo por mis pechugas (mucho dolor). El día de la charla, me preparé y me arreglé un poco más digna de lo horrible que estaba. Mi mamá me acompañó a la puerta porque no podía caminar muy bien. Cuando llegué, habían cuatro sillas frente a la enfermera. En las primeras dos había una pareja y las siguientes estaban vacías. Me di cuenta de que esperaban al papá y la mamá de mi hija, pero ahí estaba yo... sola. Creo que fue la hora más triste de mi vida. No lloré por dignidad, pero si hubiera podido, tomaba a la enfermera y a la pareja como psicólogos para contarles todo lo que había pasado para estar sentada ahí, pero no lo hice.

Muchas de las indicaciones incluían a un padre y, aunque juraba que estaba entendiendo por dos, la verdad... no aprendí nada. Yo solo quería llorar y no estaba mi mamá para abrazarme. Respiré hondo, aguanté y cuando salí de esa sala juro que era otra mujer. No puedo explicar la fuerza que tuve después de esa hora (aunque su objetivo era otro). Para mí fue la charla más importante de mi vida, porque entendí lo que me esperaba: yo era mamá y papá de Josefina.


Acá estoy, no me morí... Lloré mucho, pero no me morí. Y escribo no solo por mí, sino porque sé que existen mujeres con menos herramientas para salir adelante, y espero ser un mini aporte si ellas también están solas en este proceso. Yo no las juzgo ni las critico porque soy como ustedes. Y aunque ahora tengo la fuerza para escribir esto, debo admitir que muchas veces dudé de si la tendría.

¿Tengo miedo? Sí. ¿Me voy a rendir? No. Yo voy por más.

Brilla y dejar brillar.

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