Los "terribles dos años": La edad más temida por los padres

Por Javi Pacull @javipacull | Domingo, 4 de Marzo de 2018
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Uno de los periodos más difíciles de la crianza para las madres y padres no es cuando los recién nacidos se despiertan a cada rato, lloran y demandan constantemente de alimento. Pero aunque no lo creas, existe una etapa que es infinitamente más compleja de enfrentar: “los terribles dos años”.

Cuando cumplen esta edad, los niños descubren que son seres independientes de sus padres y pueden hacer cosas por sí mismos. En esta etapa también se dan cuenta quién manda, por lo que empiezan los comportamientos desafiantes para saber hasta dónde pueden llegar.

Aquí es cuando los pequeños comienzan con las temidas pataletas que se explican porque todavía no saben reconocer ni manejar sus emociones. Cuando estas los desbordan y se frustran, viene la manifestación exagerada del malestar que los invade.

Por todo lo dicho, esta etapa también es conocida como la primera adolescencia, pues padres e hijos están en un constante enfrentamiento.

Todos los niños viven “los terribles dos” aunque estos pueden expresarse en mayor o menor medida dependiendo de la personalidad y temperamento del niño.

¿Qué hacer para salir airosa de esta difícil etapa de la crianza? Aquí te damos algunos consejos:


Déjalos ser independientes en su justa medida. 
Muchos niños de dos años quieren hacer las cosas solos, y si los ayudas se enojan. Deja que haga algunos quehaceres sencillos, pero siempre bajo supervisión.


No "enganches". Lo peor que puedes hacer es bajar al nivel de tu hijo. Si enganchas y peleas todo será peor. Tú eres el adulto, debes ayudarlo a guiar su emoción.


Darle en el gusto para terminar la pataleta. Esto es lo peor que puedes hacer, pues al estás validando su pataleta.


No uses el miedo para controlarlo. Decirle que si no hace algo vendrán distintos personajes como el viejo del saco, las brujas y todo tipo de monstruos a buscarlo, es lo más cruel que hay. Es más simple, háblale calmado y dile la verdad.


Define normas. Si tu hijo tiene una rutina clara y normas definidas sabrá qué cosas puede y no puede hacer. Esto lo ayudará a controlar su carácter.


Potencia sus buenas conductas. Felicítalo cada vez que hace algo bien.


Enséñale a verbalizar sus emociones. Aplicar la empatía para un momento de enojo es fundamental. Para eso te puede ayudar mucho enseñarle a tu hijo a verbalizar lo que le molesta.

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