[COLUMNA] #AhoraSoyMamá: ¿Quién define el tiempo para el colecho?

Por Gabriela Ulloa @ahora.soy.mama | Lunes, 7 de Agosto de 2017
[COLUMNA] #AhoraSoyMamá: ¿Quién define el tiempo para el colecho?

Nunca antes había escuchado la palabra "colecho" hasta que estuve embarazada. O bien, si la escuché antes, mi cabeza no la retuvo ni por casualidad. Ya embarazada y preparando las compras para la llegada de nuestro primer hijo es que este término empezó a aparecer reiteradamente. Empecé a investigar al respecto.

Después de leer un poco y preguntar a algunas amigas que ya habían sido mamás supe que una cuna colecho sería la próxima compra. La idea de tener a mi hijo recién nacido pegadito a mí me parecía ¡increíble! Además, según todo lo investigado eran múltiples los beneficios que esto nos traería: mejor descanso para padres e hijos; facilitador de la lactancia materna; reducción de las posibilidades de muerte súbita del recién nacido; mejor regulación de la temperatura del lactante; se estabiliza el ritmo cardíaco y la respiración del bebe; fortalecimiento del vínculo paterno-filial; entre muchos otros. Y así fue como nos convencimos y compramos la famosa cuna colecho. Porque en mi caso estaba bien "juntos, pero no revueltos" (me daba pánico pensar en que podía aplastar a mi guagua recién nacida si es que dormía en nuestra misma cama).

A los seis meses de mi hijo, como si fuera un reloj o una bomba a punto de detonar, comenzaron las preguntas del pediatra, familiares y amigos: ¿cuándo sacas a tu hijo de tu pieza? "Ya está grande y necesita tener su propio espacio", "Tienes que volver a tener una pieza matrimonial, sola para ti y tu pareja", "Lo vas a malacostumbrar y vas a hacer que sea muy 'mamón'", eran algunas de las frases que se repetían constantemente. Por otro lado, la cuna ya le estaba quedando chica por lo que era momento de tomar una decisión... Y contra todo pronóstico convencí a mi marido y mandamos a hacer una cuna colecho mucho más espaciosa y cómoda, con las medidas de seguridad acorde al rápido crecimiento de nuestro hijo. El plazo fue "esperemos el verano para que no le dé tanto frío y ahí vemos qué hacer". Pero ese fue mi plazo de la boca para afuera, para calmar a todos quienes estaban más preocupados que yo por retomar "nuestro espacio privado en la pieza matrimonial". Mi interior sabía perfecto que para ese día aún faltaba un largo camino. No estaba preparada para separarme aún de mi pequeño regalón. Por lo demás, no estaba dispuesta a levantarme cada dos o tres horas a ver a mi hijo, si estaba tapado, si estaba llorando o si quería leche. Tenerlo al lado me mantenía tranquila y feliz, y apenas despertaba, bastaba con moverme un poco, tomarlo en mis brazos y volver a dormir mientras amamantaba. Siempre juntos, calientitos.

Llegó el verano. Mi hijo cumplió un año de vida y otra vez toda se empecinaron en saber cuándo él tendría su propio dormitorio... Siempre me ha llamado la atención por qué a todos les importa tanto este tema. Mi respuesta fue clara: "cuando estemos preparados y cuando nosotros queramos". Fin de la historia. Es verdad que es una decisión de pareja, pero cuando hay lactancia materna prolongada, ¿Es el papá el que se levanta a dar pecho durante la noche? Como la respuesta es no, la decisión cae en la mamá. Y esa es y ha sido hasta ahora mi bandera de lucha. Además, amo dormir y eso no me hace una mala madre.

Y así fue pasando el tiempo. Se acerca un nuevo verano, los dos años de mi hijo y mi corazón se aprieta de sólo pensar que quizás se acerca el momento de "la separación". No estoy preparada ni tampoco quiero hacerlo. He leído al respecto y como en todo hay tantos beneficios y cosas en contra. Pero lo único que sé es que cuando llegue ese momento será porque así lo decidimos y no porque caímos ante la presión de un mundo que parece estar más interesado en lo que pasa en nuestra pieza que lo que estamos nosotros mismos. Por ahora, "mi hijo no se va".

Etiquetas :